¡Que lástima!, ¡que rabia!.

¡Que lástima, Dios!.
Que lástima de partido de ida en el Sánchez Pizjuán.
No me cabe duda que la eliminatoria se decidió ese aciago día donde a pesar de ser merecedores de la victoria, dos errores garrafales han terminado por sentenciar la eliminatoria.

En el partido de hoy, una 1ª parte muy táctica, donde ninguno de los dos equipos quería dar facilidades para no tener ningún susto y una trepidante 2ª mitad donde el Sevilla ha tenido en su mano el pase a octavos.

Solo los riesgos tomados por Manzano en pos de conseguir ese gol salvador han propiciado las clarísimas oportunidades de los lusos, todas ellas detenidas por un EXCEPCIONAL Javi Varas.
No creo que a estas alturas haya nadie que dude que la portería sevillista no esta bien salvaguardada.

El gol de Luis Fabiano a falta de 20 minutos dio alas a un Sevilla que echo el resto para tratar de levantar esta eliminatoria.
Mejor se le pusieron las cosas cuando acto seguido el Oporto se quedó con un hombre menos.
Contra diez, con un cuarto de hora por delante y los portugueses hechos un flan desde la grada, pasando por el banquillo y terminando por los jugadores.

Parecía que el 2º gol estaba al caer.
Sin embargo, poco duraría la ventaja numérica sobre el césped.
El malagueño Alexis vio la segunda amarilla y dejó al Sevilla también con diez.
Aún así los de Manzano, no volvieron la cara al partido donde ya en la recta final se jugó más con el corazón que con la cabeza.
Minutos de imprecisiones, de fallos en el pase que costaron clarísimos contra ataques de los lusos y que gracias a la fenomenal actuación del de Pino Montano quedaron en nada.

Dos apreciaciones.
No entendí el cambio de Sergio Sánchez por Luis Fabiano teniendo ya Alexis una tarjeta amarilla que al fin y a la postre significó posteriormente la expulsión.

Si alguien tiene alguna explicación, rogaría me la facilitara.
Quien sabe si esos últimos minutos con el Sevilla todavía con once, la historia hubiese sido gozosa a esta horas.
A mi entender, metedura de pata de Manzano.

Por otro lado, tarde negra para el Dios Kanouté.
No recuerdo un partido tan deficiente del gigante de Mali en mucho tiempo.
De haber estado más acertado el Sevilla hubiera ganado muchos enteros.

Y por último el arbitraje.
Si este es el mejor árbitro del mundo, que baje Dios y lo vea.

Desgraciadamente, este año Dublín no verá al Sevilla disputar una nueva final europea.
El año que viene, si somos capaces de enderezar de una vez el rumbo en la liga, que yo creo que si, que se puede, tendremos la oportunidad de quitarnos la espina de esta eliminatoria.

Esta tarde solo le cabe a uno lamentarse de está magnifica oportunidad perdida ante un rival que para nada ha sido superior al Sevilla.

¡Que lástima!, ¡que rabia!