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"Se puede engañar a todos durante un tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos, todo el tiempo".
Abraham Lincoln

martes, 9 de octubre de 2012

La sonrisa de Alicia.

Todo en esta vida tiene un precio, pero muy pocas tienen valor.

Sin duda, lo que yo me lleve a mi casa en el día de ayer no hay dinero en el mundo que lo pueda comprar.

Por circunstancias laborales, como ocurre en multitud de familias, mi mujer se encarga de llevar a mi hijo pequeño Sergio al colegio y un servidor, se encarga de recogerlo a la salida, ( Alejandro el mayor, está en el Instituto y va y viene solo...)

Como suele ser habitual, mientras salen y no, haces tiempo charlando con otr@s padres-madres de lo que se tercie ese día.. Pero entre charla y charla, desde hace unos días me llamaba la atención como salía una preciosa chica entre el gentío de niños que salen todos a la misma hora y por la misma puerta, que dicho sea de paso, es un autentico caos...

Esa chica se llama Alicia y va en silla de ruedas. Yo no sabía exactamente el porqué, pero por sus manos supe que no se trataba de ningún accidente. Alicia sufre de parálisis cerebral de nacimiento aunque en su caso, no es tan severa como la que padece Ángel. Sentada sobre su silla, Alicia apenas muestra síntomas de padecerla pero lamentablemente, sus miembros inferiores y superiores están limitados hasta el punto de no poder andar ni siquiera de poder coger unas muletas. Con todo, intelectualmente Alicia tiene todas sus facultades mentales sanas. Quienes me conocen o me hayan leído, sabrán que en este tipo de cuestiones me hago especialmente sensible.



Como digo, Alicia es una niña preciosa pero con una desconsoladora tristeza dibujada en su rostro. Mientras espera con su monitora a que su madre la recoja, Alicia busca con la mirada su llegada. Una mirada perdida, y triste...

Arriesgandome a que su madre, Carmen, una encantadora mujer me mandara a freír esparragos (no es fácil ni plato de buen gusto dar explicaciones a un extraño sobre la enfermedad de un ser querido), no pude evitar la tentación de acercarme a Alicia y saludarla y de paso, como no a su madre. 

Alicia es una chica muy tímida, mire usted, sevillista que se le va a hacer..., un par de años más pequeña que mi hijo Sergio y al preguntarle como se llamaba, esta agachó la cabeza sin saber muy bien que hacer ni que decir. Fue su madre quién me dijo como se llamaba y fue entonces cuando aproveché para comentarle mi caso, bueno, el de Ángel. Carmen se mostró muy receptiva y nos apartamos un poco de la bulla para seguir charlando sobre Alicia y sobre Ángel.

Carmen está divorciada. Alicia es la más pequeña de tres hermanos los cuales viven todos con su madre mientras su padre desgraciadamente se ha desentendido de todo, pero esa es otra historia...

En un momento dado de la conversación, miré a Alicia y vi como prestaba especial atención a mi hijo Sergio que charlaba con otros amigos de su clase. Le llamé, y aún sabiendo también de la timidez de Sergio, le presenté a Alicia. Este ni corto ni perezoso, me sorprendió agachándose hacia el rostro de Alicia  para darle un beso. Fue entonces cuando aproveché la coyuntura para charlar junto a Sergio con Alicia.

Tras unos minutos, en una conversación cariñosa pero intrascendente, algo mágico ocurrió y que inundó de emoción a su madre y consiguientemente a mi. Alicia, ante un comentario jocoso sobre lo guapa que era, SONRIÓ...

Todavía escribiéndolo me emociono.

Una sonrisa. Una simple sonrisa...

Alicia no lo está pasando nada bien por cuestiones que no vienen al caso, pero me contó su madre que hacía meses que no veía a su hija sonreír. Imagino que ahora entenderéis un poco el sentido de este post.

Naturalmente, hemos quedado para volver a vernos en el colegio y seguro que organizaremos alguna salida familiar para conocernos mejor.

Pero si esa sonrisa que Alicia me dedicó ya fue de por si impagable, lo mejor estaba aún por llegar. Al despedirnos, me acerqué para darle dos besazos e igualmente Sergio hizo lo mismo. Nos volvimos y cuando comenzamos a andar, Alicia llamó a Sergio y SONRIÉNDOLÉ y con la mano alzada le dijo: ¡adios Sergio!

Fue ahí y después de lo que me había contado su madre cuando me derrumbé...

Lógicamente hablamos en casa del tema. Estuve todo el santo día dándole vueltas y no podía quitarme a Alicia de la cabeza. Al llegar la noche, con los niños ya dormidos, me quedé un buen rato desde el pasillo mirándolos y pensando en Alicia, en mi hermano Ángel, en lo afortunado que yo era y en lo injusta que podía ser, que lo es esta puñetera vida.

Pero eso, eso también es otra historia...

Como os contaba al principio de este post, todo en esta vida tiene un precio pero muy pocas tienen valor. Os puedo asegurar, que el de ayer es inmenso, incalculable, impagable.

La sonrisa de Alicia.

7 comentarios:


  1. Que bonita historia, llena de sensibilidad, aunque para eso, lo primero es saber tenerla.

    Vivir en primera persona determinadas circunstancias, no solo te hace mas fuerte,no solo te sirve para valorar lo que tienes, sino para tener la capacidad de saber ponerte en el lugar de una familia y entender perfectamente por todo lo que debe estar pasando.

    Ese es quizás nuestro mayor problema.

    Hemos creado una sociedad en muchos campos vacía de valores, y cualquier persona que se salga de determinados cánones parece como si sobrara.

    Cualquiera que haya tenido la inmensa fortuna de poder acercarse a familias con niños con síndrome de down,autismo,cáncer, parálisis..puede llegar a entender todo lo que son capaces de transmitir y hacerte sentir.

    Los que menos tienen son los que mas dan, pero para llegar a entender eso,hay que tener la sensibilidad que tienen personas como tu.

    Preciosa historia, quizás no es lo que se lleve,pero te garantizo que le hace bien a mucha gente en tiempos así, y que haya personas como tu, tan valientes difundiéndolas, te garantizo que nunca cae en saco roto.
    Y esa dinámica es la que debería acabar imponiéndose.

    Un abrazo fuerte,

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  2. Vuelves otra vez a sacar tu sensibilidad a volar y te salen cosas como ésta. Y es que posts como éste son un auténtico regalo del Cielo. Tienes una capacidad innata para captar matices y sutilezas que a los demás nos pasan pòr alto. Quizás sea las vivencias alrededor de Angel o tal vez que son inherentes en tí.

    La gente muy sensible, por naturaleza tienen una gran intuición, demasiada rectitud y un altísimo grado de creatividad...

    Y aparece en escena Sergio, que con un beso es capaz de sacar a flote la sonrisa de Alicia y las vuestras. como un día me dijeron a mí: "De tal palo tal astilla" pero dicho de otra forma, con el concepto AMISTAD por medio.

    Un abrazo amigo. Qué lujazo y qué suerte tenerte como tal.

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  3. Señor Juan Angel se ha empeñao en emocionarme una vez más ¿no?;ea, pues lo has vuelto hacer.
    Memorable documento y muchos besos para Alicia.

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  4. Estas personas desprende algo especial que uno no sabe exactamente que és,pero que inundan tú ser de sensibilidad,son seres muy especiales y no lo digo por la disapacidad que puedan tener.
    Besitos para Alicia.

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  5. Hermano no sé de donde te viene el nombre de Juan Angel,si por algun parentesco,o porque tus padres dieron con ese nombre por alguna otra razón,sin lugar a dudas,eres un don Juan de la sensibilidad y un verdadero Angel,esto que hoy nos vuelves a regalar deja con la respiración parada durante unos segundos al mas pintao,quillo que hay que quererte a cohones,un abrazo mu gordo de esos de sacarte el aliento y de verdad sin ver la carita de Alicia,la tengo presente en estos momentos,leyendo esto no hace falta tener mucha imaginación para ver la cara de ese angelito,no quiero estropear este comentario ni tampoco el hilo conductor que lleva el post y los posteriores comentarios,pero hermano si no te lo digo reviento ¡ERES LA POLLA!

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  6. Ayer por la tarde vi que publicaste el post y entré. Pero cuando comprobé de lo que iba (me bastó ver la foto para intuirlo), cerré la página y decidí dejarlo para hoy por la mañana.

    Por las mañanas, cuando uno viene medio mosqueado, con todo el día de trabajo por delante, sin demasiadas ganas de nada y con tantas preocupaciones, leer cosas como esta hace que me olvide de todo eso y valore más lo que tengo.

    Por eso lo dejé para hoy, lo acabo de leer y ahora me encuentro mucho mejor. Y te lo agradezco de corazón porque este tipo de cosas que a menudo escriben permiten a gente como yo calibrar en su justa medida la importancia de las cosas, y eso nos acerca un poco más a la felicidad.

    Yo no tengo en mi familia a ningún Angel ni a ninguna Alicia. DE hecho, en mi familia no hay ningún problema grave de salud y nadie pasa necesidades reales, más allá de las apreturas de estos tiempos. ¿A qué vienen tantas preocupaciones?

    Lo digo, amigo, muchas gracias por recordármelo.

    Un fuerte abrazo.

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  7. Hola Juan, historias como ésta, son las que nos hacen valorar lo ¿afortunados que somos? y no darle tanta importancia a ciertas carencias que hoy por hoy sufrimos, el hermano de un amigo mío fue a levantarse una mañana y sus piernas no le respondieron, tenía 18 años, hoy, con cuarenta y dos años sigue manteniendo esa sonrisa especial que suelen tener estas personas, por cierto sevillista a rabiar, su padre trabajaba en el Hotel Los Lebreros, Francisco trabaja en Atento Impulsa, empresa pionera en la generación de empleo para colectivos en riesgo de exclusión. ¿Por qué el estado no tiene un Ministerio para estas cosas? Me viene a la memoria que unos amigos tenían un grupo y el batería que tenían se había ido a la mili, así que buscaron otro, quedaron una tarde en la puerta del Pub Sancho's que estaba en uno de los locales pegados al Hotel Macarena, por la esquina, apareció un chaval corpulento, con torpe andar, tambaleante y con su mano derecha visiblemente recogida por tener ese brazo más corto que el otro, cuando llegó a nuestra altura, nos preguntó que si éramos los del grupo, mis amigos se miraron extrañados o cuanto menos perplejos, el chaval se sacó del bolsillo trasero un par de baquetas y nos invitó a entrar en el local, se sentó a la batería y le preguntó a mi amigo Cristóbal que qué iban a tocar, Blue so shoes, una de Elvis, un... dos... tres... Aquel corpulento y torpudo muchacho empezó a tocar y... increíble, qué arte, era un espectáculo, lo contrataron y estuvo en el grupo creo que dos años. Otra historia de esas que se quedan en la memoria. A mi hijos les tengo dos palabras prohibidas "No puedo".
    Un abrazo.

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