No, nos os voy a hablar de Antonio Banderas ni de Fernando Alonso, ni siquiera de esa famosa marca de relojes y joyas...
Hoy tengo la imperiosa necesidad de contaros algo.
Tras la lastimosa y decepcionante eliminación del Sevilla FC el pasado jueves de la Europa League, parece que comenzaron a sonar algunas alarmas, por otro lado, demasiado familiares de un tiempo a esta parte...
En pleno mes de Agosto, tambores de guerra.
No hace mucho escribí al respecto de estar preparado por si la temporada no comenzaba como todo esperábamos, como de hecho así ha sido.
Hable de paciencia, de respeto, que no olvidásemos todo lo bueno que habíamos visto y de todo lo bueno que todos habíamos hablado en esta pretemporada de este Sevilla de Marcelino.
Y de Marcelino.
El pasado jueves, desgraciadamente, mis peores presagios se cumplieron.
El proyecto de Marcelino, por lo visto, ya no valía.
A estas alturas, tampoco me extraña demasiado...
Anoche, frente al todopoderoso Málaga del jeque Al-Thani, el Sevilla, sin deslumbrar, si dejó muchas muestras de esa identidad que Marcelino lleva transmitiendo a esta plantilla desde que se hiciera cargo de la misma.
Anoche Marcelino, que se sepa, era el mismo que el pasado jueves.
Anoche, el equipo, más o menos, era el mismo que el pasado jueves.
Y a mi entender, ni tras la eliminación de la Europa League eramos tan malos, ni ahora vamos a arrasar en la liga.
Piano, piano...
Y os he hecho este pequeño preámbulo de la situación generada en estos cinco últimos días para poder expresaros mis pensamientos y mis sentimientos al respecto.
Ya es sabido el nivel de paciencia que impera en el fútbol actual. Mucho más el que se ha apoderado en esta fiel, pero exigente afición que es la del Sevilla FC.
Cada cual es muy libre de expresar su sevillismo de la forma que crea conveniente.
Me preocupa más, que a las primeras de cambio andemos poniendo en entredicho este proyecto que no es otro que el Sevilla FC del siglo XXI.
Quien os escribe, está intentando en los últimos tiempos ver con la suficiente distancia todo lo que concierne a mi equipo, que supongo que será el tuyo, sin menoscabo que en más ocasiones de las deseables, esa distancia quede reducida a su mínima expresión, tras ver, leer o escuchar argumentos que a mi, como sevillista, me dejan el "corazón en los huesos".
Mirad, no trato de dar lecciones a nadie, ¡valgame Dios!.
Yo, vivo y siento esto tal como lo he mamao. Supongo que igual que tu.
Unos desde la cuna y otros más tarde. Da igual.
Ni mejor ni peor. Cada uno ama y siente como le dicta el corazón, independientemente del tiempo que lleve enamorado...
A mi me enseñaron a amar el Sevilla.
Igual que a mis padres, a mis hijos, a mis hermanos...
No estoy comparando, son todos diferentes, pero al fin y al cabo, amores todos.
Por eso me duele, que amparándose en una mal entendida libertad de opinión, en el derecho a ejercer la crítica, muchos ninguneen, maltraten, insulten y vejen a uno de mis grandes amores.
No estoy hablando, es muy antiguo, caduco, el simplismo del, " a ver si no se va a poder criticar..."
Ya no cuela.
Tengo amigos críticos con los que mantengo una excelente relación. Y lo hacen con el más absoluto respeto.
Y hablo de críticos.
No hablo de gente que se dedica a insultar y pisotear a futbolistas, entrenadores, consejeros o hasta al mismo presidente por el mero hecho de que no le gusta como hacen su trabajo.
Que digo yo, que llegado el caso, uno puede expresar lo que le gusta o lo que no, pero lo que no llego a entender muy bien, es que para ello haya que hacerlo poniendo en la picota a todo lo que se menea.
De llevar al extremo esa feroz ¿crítica? sin valorar que a ese que le estas dando palos hasta en el cielo de la boca, es uno de los tuyos, de los nuestros.
En mi caso, he intentado mantener esta linea, de respeto y de amor a mis colores sin desdeñar la crítica cuando así lo he estimado oportuno, y para muestras, os invito a que leáis algunos de los posts que escribí la temporada pasada sobre Manzano, o sobre Alvarez, e incluso alguno que otro sobre decisiones tomadas desde el consejo, con su presidente a la cabeza.
En este siglo XXI, afortunadamente, el Sevilla ha pasado a ser un club referente en España, y poco a poco, está tratando de hacerse un nombre en Europa.
Con todo, no se nos puede ir la cabeza. Somos lo que somos. Un club ambicioso pero con unas enormes limitaciones, lo cual, hace mucho más meritorio todo lo conseguido en estos últimos años.
No está muy lejos en el tiempo esas temporadas de la más absoluta mediocridad, las del "otro año igual...", la de los descensos a los infiernos...
Yo también quiero que mi equipo siga ganando títulos, que vuelva a jugar la champions, ¿como no?.
¿Y por qué no?.
No descubro nada si digo que con la llegada de Marcelino y con la confección de esta renovada plantilla, ha desembarcado en este Sevilla una alta y necesaria dosis de ilusión.
Pero esta no puede desaparecer de la noche a la mañana. Quien quiera hacer creer eso a estas alturas del campeonato se desacredita por si solo.
Más aún si se trata de esos "profesionales de la información", tantas veces puestos en el escaparate con el culo al aire.
Aún así, esto no es garantía de éxito alguno.
Y llegado el caso de que este no llegara, el éxito, ¿que?.
No podemos hacer temblar los cimientos de nuestra casa al mínimo aguacero.
No podemos hacer temblar los cimientos de nuestra casa al mínimo aguacero.
Bueno sería mantener la mesura, dar tiempo al tiempo, cuidar lo nuestro.
Lo nuestro que esta lleno de temporadas mediocres, de infiernos, de títulos, también de títulos...
Al fin y al cabo, no es lo que tengo, es lo que soy.
SEVILLISTA.