martes, 6 de marzo de 2012

Cuestión de piel.


Hace unos días me encontré con un vídeo en el blog de mi hermano Manuel a cerca de las repercusiones a corto plazo del uso de las nuevas tecnologías en las relaciones humanas.

Ya he manifestado alguna que otra vez que yo no soy muy adepto a las mismas y que intento siempre que puedo huir de "sus garras"...Desgraciadamente, esta nueva manera de interrelacionarse entre los humanos están, a mi juicio, deshumanizando algo tan simple como las relaciones familiares, de amigos, de compañeros...

Evidentemente que hay excepciones. Los hay quienes compatibilizan perfectamente el uso de esta nuevas tecnologías con las relaciones normales, las de siempre, pero creo que a la larga, son y serán  las menos. La parafernalia, lo atractivo y seguramente, lo sencillo de estas conllevan implícitamente un componente de adicción desde el primer momento que se accede a ella.

Ya os digo que a mi no me atraen para nada. Tengo internet en el movil y se pasan los días sin acceder a el. Cada vez que lo hago para ver algún correo o intentar entrar en twitter, se lleva sin exageraros casi media hora actualizando...Con deciros que hace un mes más o menos instalé el famoso whatsapp, y desde entonces lo he utilizado solo en tres ocasiones y a modo de prueba. Por deciros, a mi no me gusta ni tan siquiera hablar por teléfono. Uno tiene a veces que hacer uso del mismo y seguramente estar pegado a el más tiempo del que le gustaría por necesidad, por que la circunstancias lo requiere, pero la verdad es que estar más de dos minutos enganchado al teléfono para mi no deja de ser casi "una tortura...".

Y eso me ocurre con todo el mundo, incluso con mi familia, mi madre y mis hermanos. No valgo para hablar por el susodicho aparatito...

Si me permitís, os cuento un pasaje de mi vida que tiene relación con todo esto.

Hace algunos años, tanto como 15 ya..., quien os escribe se tuvo que trasladar por motivos laborales y junto a mi mujer a un pueblo de Cordoba: El Carpio. Dada su más o menos cercanía con Sevilla, nosotros volvíamos a casa todos los viernes por la tarde para pasar el fin de semana con la familia, teniendo que regresar de nuevo los domingos a última hora.

Durante la semana, la comunicación con casa como era natural era vía telefónica. Con mi viejo móvil, un hermoso "ladritel"..., casi todos los días hablábamos con nuestros padres. A decir verdad, yo no recuerdo si por aquel entonces ya tenía yo esa manía de no gustarme hablar por el aparato...

En los albores del verano del 97, a partir de un momento dado, yo empecé a notar cuando hablaba con mi padre que su voz no era la misma. No me preguntéis el porqué, yo aún no lo se, pero si es cierto que a mi me causaba desasosiego cuando hablaba con él. Cada vez que terminábamos de hablar, a mi me entraba angustia, intranquilidad. No os exagero si os digo que incluso me costaba conciliar el sueño...

Yo tenía la certeza de que mi padre no andaba bien, y así se lo hacía saber a mi mujer. Ella intentaba consolarme y quitarmelo de la cabeza, diciendo que eran rachas y que estaría más tristón de lo habitual, que no me preocupara tanto...

Nadie sabía que mi padre estaba enfermo, gravemente enfermo, ni siquiera él. Tenía molestias que ocultaba al resto de la familia desconociendo el pobre mio que esos dolores que el tenía revestían mucha más gravedad de la que él podía imaginar.

Una noche, finales de Julio, me desperté sobresaltado, sentado en la cama y llorando nombrando una y otra vez a mi padre. Yo no suelo recordar nunca los sueños. Creo que han sido tres las ocasiones y las tres con el mismo argumento...

Mi mujer esa noche si que se asustó y fue a partir de entonces cuando me empezó a tomar en serio.

Tomé la determinación de hablarlo en casa y de decírselo muy sutilmente a él con la idea de que se hiciera un chequeo médico para ver de donde venían esos dolores. Mientras le daban la cita, uno de los fines de semana que estábamos en Sevilla se sintió muy indispuesto y opté ese mismo domingo por llevarlo a Urgencias. Él iba muy asustado, ya intuía que la cosa no iba bien, y yo, sinceramente, permitidme la expresión, llegué al hospital cagado hasta las trancas. Le hicieron algunas pruebas y cual fue nuestra sorpresa: ¡esos dolores no eran más que gases!...

Mi padre esa tarde respiró tranquilo, y yo..., yo no.

Desde entonces, yo hablaba todos los días con mi padre. Temía hacerlo pero a su vez lo necesitaba. Cuando colgaba el teléfono, la ansiedad y el desasosiego se apoderaba de mi. Sus molestias no desaparecían y el cada vez se iba encontrando peor. Necesitaba estar con mi padre. Necesitaba abrazarle, ahuecar mi mano y acariciarle su mejilla, echarle el brazo por encima de su hombro, mesarle su canoso pelo, mirarle a los ojos...

Las llamadas pasaron a ser angustiosas. Muchas lágrimas por mi derramadas cada tarde, muchas horas sin dormir cada noche.

Mi padre ingresó un 5 de Septiembre de 1997 en el Hospital de Valme y 12 días después, el 17 del mismo mes, su corazón, su corazón que latía como "el de un toro" como él repetía una y otra vez aquellos angustiosos días, se paró...

No, no eran gases. ¡Maldita sea!.

Un maldito cáncer de páncreas extendido por todo el cuerpo acabó con su vida...

.....

.....

.....

Ya..., sigo. Perdonadme...

No quiero pretender hacer creer  nada fantasioso con todo esto. Yo no creo para nada en estas cosas de predecir nada y estoy convencido que todo esto no es más que fruto de las circunstancias y de la más pura casualidad. Si es cierto que suelo tener cierta predisposición para augurar o visualizar según que cosas, pero no me preguntéis el porqué. Yo tampoco lo se...

Desde aquel entonces, el hablar por teléfono se convirtió para mi, como os he comentado antes, en casi una tortura. Mi mujer se mete mucho conmigo con este tema pero es que no lo puedo remediar. Dice que soy más raro que un bicho verde; igual algo tenga que ver las muchas horas, días, semanas, meses, años que un servidor estuvo solo conmigo mismo y sin más compañía que el aire que respiraba durante el letargo de mi enfermedad.

Yo soy más de mirar a los ojos, de ver si te brillan, de ver si tu sonrisa es de verdad,  de tocar tu mejilla si te veo sufrir, de abrazarte si veo que me necesitas.

Ultimamente, por motivos familiares y personales, uno no tiene tiempo siquiera para eso. Se que tengo a mis amigos abandonados, apenas los llamo, de vernos ya ni te cuento..., pero os aseguro que me acuerdo de vosotros, que estáis presentes siempre en mi cabeza y en mi corazón, y que solo espero que puedan venir tiempos mejores...  Quisiera desde aquí aprovechar para pediros disculpas y que intentaré en el futuro recompensaros con creces...

En definitiva, esto que os he contado es simplemente a nivel de lo más simple en las relaciones: las llamadas por teléfonos. Ya no os cuento si ahondo en el twitter, facebook, whatsapp, messenger, aplicaciones, programas...Uff, se me escapa, la verdad es que se me escapa.

Creo que, sálvese el que pueda, estamos dejando que, si aún no, si todavía no, poco a poco y de aquí a no mucho tiempo estas nuevas formas de relacionarnos nos comiencen a robar la vida.




Es cierto que en muchos casos se ha convertido en una herramienta más de muchos trabajos e incluso para muchos estudiantes les es vital el estar conectados para poder acceder a mucha de la información que necesitan. El problema surge cuando esa valiosa herramienta sigue la misma senda y con la misma tozudez fuera de ese ámbito laboral o estudiantil.

Entiendo que para el que vive fuera, alejado de su familia, cualquiera de estas nuevas maneras de comunicarse, de relacionarse es como un maná bajado del cielo. Usado de manera racional, no deja de ser esa mano, ese abrazo, ese beso que le falta día tras día.

De la misma forma, para las personas mayores que viven sola o durante mucho tiempo sola y con un cierto nivel intelectual y cultural, esto de las nuevas tecnologías les viene genial. Aquí si que mis objeciones se reducen al mínimo, por no decir a cero.

Pero para el uso cotidiano, para el día a día, creo que se ha convertido para muchos en una adicción, en casi una droga el hacer uso y abuso de ello. No hay reunión familiar que haya varios smartphones o iPhones o como se diga funcionando a revienta calderas ausentes mientras que el resto de la reunión habla y conversa... En mi familia sin ir más lejos, un sobrino mio bien talludito, tanto que está casado y con hijos, ha tenido y está teniendo gravísimos problemas a consecuencia de la dependencia que tiene a todas horas con su "aparatito de última generación".

No quiero que se vea esto como una crítica a quienes de una manera u otra utilizan con más o menos frecuencia esto de las nuevas tecnologías, ya me libraría yo. De hecho tengo buenísimos amigos que me constan están asiduamente "conectados" y que yo sepa lo llevan bien, creo...

No estaría de más que tomáramos buena nota de todo esto. No creemos que eso nos puede llegar a pasar a nosotros hasta que nos pasa, si es que no nos está pasando ya e inconscientemente tratamos de negar la evidencia. En la mayoria de los casos, llega un momento en que no nos percatamos de quien tenemos al lado, de quién nos habla, de quién nos mira, de quién nos está pidiendo un segundo de nuestro tiempo...Ese preciso segundo que estamos empleando en mandar un whatsapp, o mandar un tuit, o hacer una intrascendente llamada.

Por mi parte tengo claro que ningún Smartphones o iPhones, o como se diga, me va a apartar ni un solo segundo más de lo estrictamente necesario de mis hijos, de mi mujer, de mi familia, de mis amigos a no ser por fuerza mayor.

Tengo mis manías.

Es cuestión de piel...

14 comentarios:

  1. Sublime post de lo mejor que he leído en mucho tiempo te has superado y todo lo que cuentas sobre tu padre me paso a minoro afortunadamente salió adelante tras la operación de corazón. Te repito has estado ENORME Y ME HAS DADO EN EL CORAZÓN

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  2. Amigo, hoy reparaba yo en lo mismo, porque, ya que, al parecer, uno no puede disfrutar de lo suyo como buenamente puede ya que, a pesar de no querer, te tropiezas con algo indeseable, a la familia la tienes siempre apoyandote e incluso a los amigos que te ha dado la red, a los verdaderos, también te los encuentras en la calle esperándote con una cervecita.

    Esto es así, uno, después de cosas que pasan, tiene la lección aprendida.

    Un fuerte abrazo.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Hoy me has llegado hondo, amigo. Luego te lo explico con más detalle en un mail, yo también tengo una historia semejante que igual algún día hago como tú y la cuento a todo el que la quiera leer.

    Creo, por otro lado, que yo soy incluso más raro que tú, ya que ni siquiera tengo smartphone, aunque pronto me obligaré a adquirir uno porque quiero estar más o menos al día de lo que se cuece con las nuevas tecnologías. Tengo un niño pequeño que pronto me dará millones de vueltas en ese ámbito, y querría conocer dicho ámbito lo suficiente como para saber orientarle, aunque sea al principio. Sé que me superará, pero al menos me gustaría educarle y prevenirle de lo que pueda perjudicarle.

    Si no fuera por eso, dudo que pusiera demasiado interés en este tema.

    Luego te cuento lo otro, un fuerte abrazo

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  5. Joder Juani, me has dejado sin palabras como cuentas lo de tu padre. Quienes le conocimos sabemos que era una persona muy especial para ti.

    Que razon tienes, nos estan comiendo el coco con tanta tecnologia y se nos pasan los dias y no hacemos nada por cambiarlo. Cualquier dia lo mando todo a hacer gargaras.

    Un abrazo Juani de tu amigo Gonzalo.

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  6. Da gusto leer cosas así. Lamentablemente, no podría explicar aquí todo lo que quisiera decirte. Supongo que algún día coincidiremos con Mati y Miguel Ángel. Da gusto hablar con personas como ustedes.

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  7. Muchacho, acabo de llegar; y de leer.
    Ya me lo advertiste ayer. Cuando lanzas la sensibilidad al aire, éste. que unas veces es viento, otras ciclón y algunas tornado, se vuelve brisa suave que envuelve a todo lector con un mínimo de sensibilidad.
    Hay una frase por ahí que dice "Cuando pienses que ya no irás a mejor, irás a mejor"

    Y...ahora yo ¿qué escribo?

    Un fuerte abrazo y felicidades amigo

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  8. Torpedo a la línea de flotación...

    Enhorabuena por el post.

    Un abrazo.

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  9. Sin palabras....Juan, estas entradas pueden herir la sensibilidad de algunas personas, como has conseguido conmigo.

    Felicidades.

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  10. Querido Gentleman,

    Qué decir de lo que suponen las nuevas tecnologías para algunas personas? como sabes para muchos suponen mucho. Pero secondo el post! No comprendo ver a gente en reuniones escribiendo mensajitos por el movil sin levantar cabeza, quedando completamente aislados de bromas, conversaciones y demás...

    Respecto a los presagios no era algo que me esperaba y creo que lo hablaremos la proxima vez que nos veamos porque habría bastante conversación.

    Si pides disculpas a los amigos, disculpas te pido yo porque los últimos meses aquí son frenéticos!

    Como siempre gran post! Que alegría da leer tu humanidad!

    Un abrazo!

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  11. Solo decirte que mas de una vez me haces derramar unas lagrimas ,
    pero en el fondo soy masoquista.
    Abrazos Sevillistas

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  12. Simplemente mandarte un abrazo, aunque como a ti me gustan mas los que se dan en persona.

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  13. Hermano acabo despues da varios dias sin navegar a penas en in ternet de ponerme un poco al dia,ponerse al dia para un tio como yo es empezar por ver que han hecho mis amigos en mi ausencia,veo que has cogido el video que puse en mi blog como me dijiste y has hecho algo que vuelve a ponerme la piel de gallina y las lágrimas en mis pupilas,no tengo palabras para decirte como me ha taladrado estas palabras tuyas,y es que cuando sacas de tus profundidades esta sensibilidad y esta verdad,solo se puede uno rendir y dejarse llevar por los sentimientos,no te digo mas Juan Angel,por eso cuando te veo tan de tarde en tarde no puedo mas que darte el chorro de abrazos que te doy,porque es que la cuenta de ellos pendientes es ya abrumadora,apuntate otros pocos a esa cuenta que tenemos a medias.

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  14. magnifico post amigo... Eso que describes nos pasa a muchos pero todo depende de las circunstancias... En mi caso este mundo social, estas malditas redes que a veces tanto mal nos hacen me ha servido de apoyo, de compañia, de amistad... He conocido grandes amigos y a otros tantos en la distancia los mantengo gracias a ella... Como se suele decir...todo en su justa medida no es malo. En mi enfermedad la he usado como antidotoy me ha dado momentos inolvidables...pero me quedoc con el titulo...cuestion de piel...A VECES nos olvidamos de disfrutar de las miradas, el tacto, los abrazos, las conversaciones y risas frente a frente... Gran post y muy emotivo... besos

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